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Museo

El Museo Monográfico de Arte Ibérico "El Cigarralejo" dispone de las dependencias e instalaciones suficientes para satisfacer la triple faceta que un establecimiento de esta índole debe tener, como son: la conservación de las colecciones para las generaciones venideras, la difusión de nuestro patrimonio arqueológico mediante la exhibición de la colección con fines didácticos y lúdicos y, por último, un aspecto tan importante como es la investigación y el estudio de los materiales que aquí se custodian, contando para ello con unos espacios que se han distribuido de la siguiente manera:

Descarga aquí la guía del Museo


-En el edificio principal encontramos en primer lugar, la planta baja donde se encuentra el gran recibidor para la acogida de los visitantes, un salón de usos múltiples(conferencias, exposiciones temporales,...) , la biblioteca, el taller de “Didáctica y Acción cultural” y las áreas administrativas y de dirección y en segundo lugar la primera planta que está dedicada enteramente a las salas de exposición permanente de las colecciones, según un itinerario que parte de la escalera de acceso a la primera planta y que, concluye allí mismo.

-En el edificio auxiliar, encontramos en primer lugar, la planta baja de este, donde se sitúan los servicios de recepción de materiales arqueológicos, laboratorio de restauración, pequeño almacén de productos químicos, garaje y vivienda del conserje y en segundo lugar la primera planta de dicho edificio donde encontramos el salón de dibujo y fotografía de materiales y almacén de las colecciones. Un pequeño estudio y alojamiento de los investigadores completa el espacio.

-Encontramos el sótano y las cámaras se reservan para futuras ampliaciones de las dependencias museográficas.

-Finalmente, el museo queda completado con su jardín, donde se ha reproducido a tamaño natural el encachado de la sepultura nº138.

Página con marcadores - Ejemplo Dividimos el museo en: Las Salas de exposición Permanente, la Sala de exposición temporal y Otros espacios de interés del Museo.


Las Salas de exposición Permanente



La exposición permanente del museo, dedicada a la Necrópilis del Cigarralejo, cuenta con 10 salas que componen la planta primera del edificio principal, en origen la vivienda de los marqueses.

A lo largo del recorrido podremos ver de forma paralela una secuencia cronológica de más de 80 ajuares funerarios,cómo va evolucionando el ritual funerario con el paso del tiempo, puesto que dichos ajuares han sido distribuidos ordenados de mayor a menor antigüedad

De forma paralela, hay una muestra didáctica acerca de los distintos aspectos sociales, económicos y culturales del mundo ibérico como la agricultura y la ganadería o la industria textil, ilustrados bien con alguna tumba alusiva al tema, o con objetos extraídos de diversas sepulturas.

Junto a cada ajuar funerario, se expone también un inventario detallado de todos los objetos que lo componen, el año de su descubrimiento y una foto de la fosa en diferentes fases de la excavación, así podremos ver el encachado,la fosa vacía,la disposición de los restos antes de extraerlos,etc.

Todo ello confiere a la exposición de un valor sumamente didáctico, que nos acerca a la vida y la religiosidad ibéricas, sin olvidar en ningún momento aspectos tan importantes como el científico o el carácter estético de la muestra.

Página con marcadores - Ejemplo Encontramos: La Sala I,Sala II, Sala III, Sala IV,Sala V,Sala VI,Sala VII,Sala VIII,Sala IX y Sala X


                                      


Sala I


Esta sala esta dedicada a introducir al visitante en la historiografía de la necrópolis de El Cigarralejo. Para ello se exhibe una documentación gráfica compuesta por:



-Fotografías de las excavaciones, equipos de trabajo y de algunos ilustres visitantes que acudían a ver el yacimiento en plena actividad estival.

-El plano de la necrópolis en un gran mural, en donde quedan reflejadas en planta, las 547 sepulturas excavadas, con la fosa y el encachado tumular que las recubría. Puede apreciarse un cierto amontonamiento de tumbas, especialmente en la parte central de la necrópolis, ya que al ir ocupando todo el espacio cementerial,los íberos del Cigarralejo no lo amplían o buscan otro lugar para seguir enterrando a sus difuntos, por el contrario, continúan utilizando el mismo a lo largo de los siglos dado el carácter sacro del recinto. Llegan a construir las tumbas recientes sobre otras más antiguas,donde Emeterio Cuadrado llego a encontrar de esta manera hasta siete niveles distintos de superposiciones. Estas superposiciones han permitido dar una cronología a algunas tumbas que no disponían de ningún elemento de datación fiable como cerámicas griegas o monedas…) al conocer las fechas de los enterramientos que quedaban en los niveles inferiores y superiores respectivamente.

-Y finalmente encontramos documentos ilustrativos de la historia de los cuarenta años que duraron las excavaciones, así como un breve dossier con el currículum vitae y con todas las publicaciones que el Dr. Cuadrado Díaz ha dedicado a este importante conjunto ibérico, y a la arqueología en general, hasta el momento de la inauguración del Museo.

Sala II


Esta sala estudia la jerarquía social en base al destacado ajuar funerario de algunos enterramientos en cuanto a la cantidad, variedad y calidad de objetos que lo formaban, muchos de ellos importados.



Las tumbas que debieron pertenecer a un reyezuelo, por los elementos de prestigio que las componen, se denominan “Tumbas Principescas”. Del Cigarralejo nos han llegado dos enterramientos de este tipo el 200 (vitrina 2) y el 277 (vitrina 3), enfrentados a derecha e izquierda de la sala. Por tanto, describiremos en primer lugar los materiales de estas tumbas en vez de los más antiguos, dispuestos en la vitrina 1. Ambos enterramientos, fechado entre el 380- 360 a. C., presentan la peculiaridad de disponer de dos fosas independientes con ajuares masculino y femenino respectivamente, en el interior de un gran túmulo de piedras de forma cuadrangular y algo más de 6 m. de lado. Quizás se trata de una pareja de régulos, aristócratas o de personajes relevantes del poblado con sus esposas o favoritas.

En ambas abundan las cerámicas griegas, utilizadas como vajilla de mesa, es decir, platos, fuentes y escudillas para la comida y copas de distintos tipos para la bebida.

Destacar de la Tumba 200 la kylix de figuras rojas nº 11, el juego de pesas de bronce nº 39 o la gran cantidad de objetos femeninos como: contrapesos del huso o fusayolas nº 45 y las agujas de hueso y punzones nº 50. No faltan pequeños restos textiles como los nº 12-14 que debieron pertenecer a cestos de esparto.

De la tumba 277 impresiona la colección de armas , con dos falcatas nº 16-17 , un puñal de antenas con el armazón de la Leona de bronce. Aplique de sítula. Tumba 277. funda en hierro, nº 19 y varias lanzas unidas entre sí por el óxido de hierro nº 20 y los complementos del jinete como el boca- do de caballo nº 22.

De forma simultánea podemos admirar una muestra de los ajuares más antiguos de la necrópolis correspondientes a la 1ª mitad del s. IV a. C. (en la vitrina 1), entre los que destacaremos el schnabelkanne o jarra de bronce perteneciente a la tumba 57, de la tumba 47 el gran vaso de importación procedente del Ática griega, concretamente una cratera de campana del pintor del “Tirso Negro”, (pedestal 1) decorada con figuras rojas sobre fondo negro con una escena de ménades y sátiros en el anverso y en el reverso dos jóvenes enfrentados, charlan amigablemente mientras descansan de sus ejercicios gimnásticos. El resto del ajuar funerario se encuentra en la vitrina. Datable entre el 375-350 a. de C.

Como ejemplo de reparaciones antiguas, reseñar la tapadera de la urna de la tumba 301, nº 2 en la que vemos una gran rotura y a ambos lados de la misma, pequeñas perforaciones paralelas que en su día estuvieron grapadas con lañas de plomo.

Sala III


Dedicada a una de las ocupaciones más comunes de la sociedad ibérica: “La agricultura”, puesto que esta actividad supone la principal base de su economía.



El núcleo de los cultivos lo constituían los cereales, principalmente el trigo y la cebada. También se cultivó la vid para producir vino y el olivo, de que se extraía el aceite. En menor medida las hortalizas y los árboles frutales, aunque desempeñó un papel relevante la recolección de frutos silvestres como: higos, bellotas, nueces o granadas.

En la vitrina de mesa hay una pequeña muestra de semillas y huesos (peras, bello- tas, piña, piñones, almendras, trigo y huesos de aceitunas) encontrados entre los restos de varios ajuares funerarios, lo que nos aporta una interesante información acerca de las costumbres culinarias de los íberos.

Aunque no se cultivó, queremos reseñar el papel tan importante que jugó el esparto como planta textil y que crecía de forma espontánea en el sudeste peninsular. Los íberos lo recolectaban para fabricar cuerdas, esteras y capazos. Como planta textil hay que destacar el cultivo del lino para la confección de telas y la recolección de las raíces de ciertas plantas, muy útiles para el teñido de los tejidos.

Desconocemos el régimen de trabajo de los íberos, pero suponemos que la tierra la trabajarían los hombres libres con la ayuda de animales de tiro, tal y como aparecen en algunas representaciones pintadas sobre vasos cerámicos. Los campos de cultivo no debieron encontrarse muy alejados de los poblados, ya que estos se ubicaban en lugares estratégicos, nudos o cruces de caminos, en zonas ricas en recursos de agua, como las vegas fluviales con sus fértiles terrenos.

En la sala podemos ver el ajuar de la tumba 209 que perteneció a un agricultor por los aperos de labranza que contiene: hoces y podaderas nº 6-7, y el refuerzo de una reja de arado nº 13. El instrumental agrícola, elaborado en hierro revela la puesta en valor del secano y la existencia de una producción dominada básicamente por los cereales. Como elemento curioso, fruto del comercio, reseñar la Kylix ática de figuras rojas. Tumba 204. pieza nº 8 que corresponde a un estrígilo de bronce al estilo griego, usado por los jóvenes atletas para retirarse el polvo y los aceites del cuerpo.

En la vitrina 5 podemos encontrar el ajuar del guerrero de la tumba 138, con las típicas falcatas nº 10 y cerámicas áticas completamente barnizadas en negro nº 2-5, el encachado tumular que coronó a esta sepultura, se encuentra reproducido a tamaño natural en el patio del Museo.

En la tumba 161, los objetos de hierro nº 7 y 8 que corresponden a unas tijeras de esquilar y a una chifla para curtir pieles, aluden a la profesión del dueño. Podemos datarla entre el 375-300 a. C.

Sala IV


Otro elemento esencial de la economía ibérica fue la ganadería, bien como primera actividad del poblado o como complemento de la agricultura.



Disponemos de varias fuentes que nos informan acerca de esta actividad. En primer lugar aparecen numerosas representaciones de animales domésticos decorando vasijas cerámicas de la época (cabras, bueyes, cerdos, …). También hay , procedentes de las excavaciones arqueológicas, restos de fauna, es decir, huesos de animales y pequeños fragmentos de pieles curtidas, como cuero. No faltan las referencias literarias que sirven para aproximarnos a lo que fue la fauna ibérica. Sabemos además de la existencia de ciertos animales porque han aparecido numerosos instrumentos fabricados en hierro como: tijeras, utilizadas en la esquila de la oveja; podones, empleados para cortar la hierba que alimentaría al ganado o, las chiflas, herramienta para el proceso del curtido de pieles.

Procedentes de la necrópolis del Cigarralejo hay constatados por análisis: huesos de vaca, caballo, asno, oveja, cabra, cerdo, perro y ciervo. Lo que nos indica que conjuntamente con la ganadería, los íberos practicaban la caza que serviría para el aprovisionamiento de pieles, carne y cueros, además de ser una importante actividad social, realizada por las élites guerreras. En ella se usaba el caballo, que se encontraba en los bosques en estado salvaje y se domesticaba para la monta,no tenemos noticia de que se comiera.

La posesión de un caballo implicaría un gran prestigio social, como queda demostrado ante la abundancia de representaciones que hay de este animal y que algunos santuarios, como el propio del Cigarralejo, están dedicados a divinidades protectoras del mismo.

El panorama de la ganadería y caza puede completarse con la recolección de miel y la pesca. En los poblados del interior se aprovecharían los recursos fluviales, así, los íberos del Cigarralejo consumirían pescado del río Mula. Para la pesca ya se contaba con anzuelos y arponcillos metálicos de hierro o cobre.

Destacaremos de la sala IV la vitrina 6 en cuyo interior se expone la Tumba 333 que perteneció a un curtidor de pieles, como puede observarse por las garátulas o tajaderas nº 9, cuchillos nº 8 y punzones. No le faltó un armamento mínimo con el que defenderse llegado el caso, como son una lanza de hierro o soliferreum, nº 6 y un escudo, del que únicamente nos ha llegado las manillas para asirlo, nº 5. El escudo ibérico era de forma circular, con un diámetro medio de 40/60 cm. y se empuñaba con la mano, a diferencia de los grandes escudos oplíticos –de más de un metro de diámetro– que eran embrazados.

De la vitrina 7 destacar el espléndido armamento de la tumba 124, fechada en la primera mitad del s. IV a. C, compuesto por dos falcatas nº 1, dos lanzas nº 2 y manillas de escudo nº 3, o el brasero de bronce perteneciente a la tumba femenina 221, nº 5 del catálogo. Como pieza singular de la tumba 364 una crátera ibérica de campana que imita perfectamente la forma y dimensiones de las fabrica- das en Grecia de figuras Rojas, como la expuesta en la sala II.

Esta dependencia del palacio fue en origen la capilla, cuyo altar se ha conservado detrás de los paneles corredizos del fondo. La capilla es de estilo rococó, como se desprende de los ornamentos naturistas a base de ramilletes de rosas rojas y los ribetes dorados. Fue construida en 1780, tal y como refleja una inscripción halla- da durante las labores de restauración efectuadas en 1994. Podemos encontrar otra similar en el palacio del duque de Ahumada en Cehegín (Murcia).

Sala V


Entre los trabajos artesanales hay que prestar especial atención a la cerámica ibérica, debido a los datos que nos aporta para el conocimiento de esta cultura.

La cerámica ofrece un gran repertorio de formas, tamaños, pastas, acabados de la superficie y de las decoraciones pintadas o estampilladas, puesto que la función de cada recipiente también era distinta. Como característica común a toda ella, reseñar que estaba realizada con arcilla en un torno de alfarero y cocida en hornos. Su difusión fue total, mostrando, hasta los ajuares más modestos de las pequeñas poblaciones, cerámicas a torno.



En la gran vitrina 8 podemos ver ejemplos tipológicos de la cerámica de “El Cigarralejo”, distintos tipos de decoraciones y de pastas. Así pues tenemos:

-Una vajilla de mesa compuesta por jarras y copas para la bebida y, platos, fuentes y escudillas para la comida.

-Grandes recipientes para almacenar frutos secos, miel, aceite, bebidas o grano, aunque desconocemos la función exacta que el íbero daría a cada vaso.

-Pequeños vasitos para contener perfumes, aceites perfumados, o bien pinturas y cremas de tocador. Estos suelen aparecer de forma preferente en tumbas femeninas.

-Y por último, otra vajilla compuesta básicamente por ollas con sus tapaderas para cocinar. Son de pasta gris muy tosca y resistente al fuego. A diferencia de las demás, suele decorarse con incisiones o baquetones en los collarines que rodean al cuello, nunca con pintura.

Respecto a las decoraciones de la cerámica fina, denominada así toda la vajilla de mesa -excepto la de cocina- son normalmente en color rojo vinoso sobre un engobe blanquecino. Por orden de frecuencia tenemos:

-Decoración geométrica, la mayoritaria en el Cigarralejo. Aquí podemos distinguir la Geométrica Simple a base de bandas, líneas y sencillos motivos geométricos y Geométrica Compleja que añade a los motivos señalados: círculos, semicírculos y sectores de círculo concéntricos, dispuestos alrededor de una franja o formando otras composiciones más complejas, grupos de líneas paralelas onduladas, rombos, etc. para las que utilizaban pinceles y compases múltiples para la decoración. Era la más común apareciendo a lo largo de toda la cultura ibérica.

-Pintada con motivos florales, generalmente estilizaciones de hojas de hiedra y flores de loto. Es una producción propia del s. III-II a. C .

-Con figuras humanas y zoomorfas s. III-I a. C. En las primeras los personajes aparecen en grupos representando escenas rituales de danza y lucha, o bien, figuras aisladas que simbolizan a dioses o seres mitológicos.

Entre los animales dibujan tanto a los de tierra , aire, agua y mundo subterráneo, como a otros fantásticos.

Aunque en el Cigarralejo predomina la producción geométrica, no faltan ejemplos de la modalidad de estilizaciones vegetales (a la derecha de la vitrina, concreta- mente del denominado estilo Elche-Archena) y, un único ejemplo (expuesto en la sala IX) de una procesión de guerreros, armados con escudos y lanzas, y de músicos con la lira y la doble aulós.

Abajo, a la derecha de la vitrina, destacar la presencia de una pieza única por la singularidad de su decoración “el vaso de las granadas y de los puñales” que , como su nombre indica aparece decorada con estos dos motivos y otros de difícil interpretación.

Tampoco faltan ejemplares de “barniz rojo ibérico”, llamados así por encontrarse su superficie total o parcial- mente recubierta por un engobe de color rojo vinoso y, la “cerámica estampillada” por haber- le aplicado al barro, antes de la cocción, un cuño decorado con una roseta o una palmeta, quedando de esta manera toda la superficie impresa con estos motivos clásicos (ambos ejemplos quedan representados en la parte derecha de la vitrina).

De especial relevancia la vitrina de mesa en donde se expone la tumba 59 que perteneció a un ceramista ya que entre los objetos destacan varios útiles emplea- dos en la elaboración de los pigmentos que se usaron para pintar las cerámicas como el machacador nº 11 o los vasitos para contener los pigmentos nº 7 y un grupo de alisadores de la superficie de los vasos, antes de su cocción en el horno nº 9-10. Tampoco falta aquí un mínimo armamento compuesto por una lanza, nº 1 y una falcata nº 2. Ha sido fechada a principios del s. IV a. C.

En el resto de las vitrinas una impresionante muestra de ajuares funerarios de entre los que destacaremos las armas inutilizadas ritualmente (vitrina 10) nº 1 y 2 de la tumba 178; o (en la pared de la vitrina 11) las falcatas con la empuñadura en forma de cabeza de pájaro nº 3 de la tumba 127, y de cabeza de caballo nº 3 de la sepultura 119. La mayoría de los ajuares dispuestos en la escalinata son de tipo femenino, como nos indican las fusayolas nº 7 o los vasitos “de tocador” nº 1 y 2, de la tumba 140. Destacar igualmente, como objeto de lujo, la lekythos ática de figuras rojas (tumba 353 nº 5) utilizada en Grecia como contenedor de perfumes y fechada en los primeros años del s. IV a. C. Este modelo de vaso ático es muy raro en el mundo ibérico, puesto que los íberos ya tenían resuelto el problema del almacenamiento de ungüentos y perfumes con envases propios, al igual que ocurre con las lucernas.

En la vitrina 12 reseñar los punzones de hueso nº 6 pertenecientes a la Tumba 97, bellamente decoradas las cabezas con motivos geométricos, mediante incisiones paralelas o con una palomita. También la copa griega de barniz negro nº 5 con una sola asa de la tumba 97.

Sala VI


Destinada a la industria textil por la importancia que desempeñó dicha tarea(eminentemente femenina) en la sociedad ibérica. Nunca fue considerada un oficio, por el contrario, existían talleres unifamiliares situados a la entrada de las viviendas -ya que era la zona más iluminada de la casa.



Contamos con un sin fin de testimonios para el estudio del vestido y calzado ibéricos. En primer lugar, entre los ajuares funerarios se han des- cubierto pequeños fragmentos de tejidos de origen vegetal y animal que, paradójicamente el carbonizarse en la pira funeraria, ha permitido la conservación de estos materiales tan perecederos.
En la vitrina de mesa tenemos fragmentos de lino, utilizado en la confección de túnicas y prendas delicadas. Lana para ropa de abrigo y man- tas. Esparto, usado en cordeles, cestería y calza- do. Adheridos a numerosos objetos de hierro aparecen pequeños trocitos de cuero, empleado en la confección de botas, gorros, cinturones, y en estos casos concretos, debieron formar parte de la funda de la falcata o del escudo.

En las vitrinas de pared (14 y 15) podemos ver varias tumbas femeninas con pequeños objetos utilizados en el hilado "las fusayolas". El hilado es el proceso de ir empalmando las fibras para conseguir los hilos con los que posteriormente se fabricarán los tejidos. Para hilar se precisa de un huso o varilla cilíndrica con muescas en un extremo que sujetaría el hilo y la fusayola, pieza fabricada en cerámica con una perforación central que la atraviesa. Se colocaba en el extremo del huso sirviendo así de contrapeso de aquél, para que el movimiento rotatorio fuera más uniforme.

Para el tejido contamos además con pesas de telar de cerámica, agujas de bronce, hierro o hueso (en la vitrina 15, T. 239 nº 16). Asociadas a estos elementos eminentemente femeninos, suelen aparecer unas plaquitas de hueso, finamente decoradas con incisiones y perforaciones, pero de las que desconocemos su función (tumba 29 nº 11; tumba 239 nº 15 y tumba 270 nº 4).

Las tumbas más modernas de la necrópolis las encontraremos en la vitrina 16, al fondo. En ellas son frecuentes la aparición de cerámicas romanas como la “campaniense” (nº 4 y 5 de la tumba 145), o la denominada “de paredes finas” (nº 2 de la T. 143), producciones propias de los s. III-I a. C. Junto a cerámicas decora- das con motivos florales como la pieza de la T. 303 nº 1, tipo “Elche-Archena”. Reseñar también la aparición de un objeto exótico, fruto del comercio con distintos puntos del Mediterráneo, como es la pequeña figurita egipcia, realizada en fayenza, que representa al dios Horus (Vitrina 16, T. 180, nº 2).

Con la adopción de objetos romanos, queda claro que los íberos se van integrando en este mundo de forma lenta pero progresiva, proceso que culminará en el s. I d. C. con la plena romanización.

Sala VII


Dedicada al comercio y los transportes. La cerámica griega, presente en “El Cigarralejo” desde el primer cuarto del s. IV a. C. y, en general toda la de importación, son además de un importante elemento de prestigio para el propietario, la prueba irrefutable de la existencia de un comercio entre las distintas sociedades que poblaban el Mediterráneo en esta época.



De estos “fósiles-guía” tenemos una variada representación en la vitrina 17, en donde puede vislumbrase como va cambiando a lo largo del tiempo la procedencia de la mercancía recibida: El Ática (Grecia), sobre todo con una vajilla de mesa compuesta por platos de borde entrante y saliente(formas 21 y 22 de Lamboglia que corresponden a las formas 2771 y 2681 de Morel)y copas de distintos tipos como kylikes , kantharoi, bolsales y skyphoi, ya sean de figuras rojas o barnizadas totalmente en negro; Rosas (Costa Catalana) con el taller de las “tres palmetas radiales”; La Campania con las producciones de “Campaniense A” y el área Lacial con el taller de “peque- ñas estampillas” y otros objetos procedentes de distintos puntos de Italia (como las sítulas o “cubos” de bronce seguramente de origen etrusco), Norte de África, … y la de los distribuidores que la hacen llegar a la Península: griegos, púnicos, indígenas de otras áreas peninsulares(como la cerámica denominada “gris ampuritana”) y, finalmente, itálicos.

El comercio en el mundo ibérico se caracterizaba por la utilización del “trueque” o intercambio de unos productos por otros equivalentes. En esta época ya existía la moneda, introducida por los griegos en la Península a finales del s. V a. C., de todas formas, en el Cigarralejo apenas si desempeñó una modesta función, pues- to que únicamente disponemos de un ejemplar procedente de la tumba nº 198. Se trata de una moneda muy tardía, de época romano republicana de finales del s. II a. C. Es un semis de bronce -medio As- en el que aparece representado en el anverso la cabeza de Júpiter laureado y en el reverso la proa de una nave con la leyenda “ROMA” y una “S” de semis.

Las vías de comunicación, para practicar el comercio, podían ser por agua(vías marítimas y fluviales) o bien por tierra. Empleando para cada medio barcos mercantes y carros tirados por mulos de carga respectivamente. En la pared de la sala se han reproducido distintos modelos de barcos: fenicio, griego y romano.

Los indígenas recibirían y almacenaban, en las factorías costeras, las mercancías que venían de todo el Mediterráneo, redistribuyéndolas con posterioridad a los poblados del interior. Para esta tarea, aprovechaban los pasos naturales entre montañas y, especialmente remontando los cursos de los ríos y sus afluentes, en cuyas márgenes se ubicaban los poblados. En nuestra área algunos de estos centros redistribuidores estaban situados en los Nietos,junto al Mar Menor, en la desembocadura del río Segura, en Guardamar o en Santa Pola (Alicante).



En el pedestal podemos admirar un curioso ejemplar de carro ibérico tirado por dos mulos, tallado en piedra arenisca que nos alumbra sobre el tipo de vehículo que los íberos utilizaron en el transporte. Apareció en el encachado de la tumba 107 y pese a lo deteriorado de la pieza, podemos apreciar todos los detalles que el escultor quiso representar en él: las enormes ruedas de cuatro radios, la cama del carro en forma de proa de nave, y el sistema de tiro antiguo, a diferencia del actual, en donde se verificaba la tracción por el cuello y no por el pecho, con lo que el esfuerzo y la fatiga del bruto eran mayores.

Respecto a los elementos que eran materia de intercambio, de forma muy simplista podemos decir que los íberos importaban sobre todo productos manufacturados y exportaban materias primas: metales, animales, alimentos y fibras textiles. Pero hay una evo- lución a lo largo del tiempo en donde varían los objetos mercantiles, los agentes comerciales y las áreas de distribución.

En el mapa, vemos las principales rutas comerciales marítimas que cruzaban todo el Mediterráneo y una foto de las piezas expuestas en la vitrina, con su lugar de procedencia.

Sala VIII





La mujer ibérica.

La sala ha sido dedicada a la mujer ibérica por el papel tan activo que representó en diversos momentos de la vida, a nivel: cotidiano, festivo, social, religioso y funerario. Este hecho se desprende de la iconografía femenina encontrada básicamente en las necrópolis y los santuarios, en donde aparece en ocasiones con atributos humanos: como mujer mortal (esposa y madre en la vida doméstica, o interviniendo en el culto divino en las facetas de fiel o de sacerdotisa) y en otras con atributos divinos: como diosa (receptora del culto y dispensadora de beneficios).

Todo ello evidencia que existió un cierto reconocimiento de la mujer en el plano social y en el simbólico-religioso entre los íberos y, que debió gozar de ciertos privilegios, al menos las que pertenecieran a determinadas clases sociales. En los pedestales de la sala se exhiben fragmentos escultóricos que representan a damas, pero sin duda, la obra más singular es “la Dama del Cigarralejo” , realizada al igual que las demás, en piedra arenisca local. Encarna a una mujer de alto rango, sentada en un trono y ataviada con doble túnica hasta los pies y envuelta en un amplio manto cuyos pliegues descienden desde los hombros hasta abajo. Los pies calzados con mocasines asoman por debajo de la túnica. De entre la pata izquierda del trono asoma una palomita. Desgraciadamente la cabeza no se ha encontrado, aunque debió ser similar a la “Dama de Baza”.

Una muestra de objetos típicamente femeninos completan la exposición (vitrina 18): cuentas de collar nº 15, anillos de bronce nº 11, agujas y punzones nº 4, fusayolas nº 10, vasitos de tocador nº 9, distintos objetos en forma de paloma nº 5-7 … Así como fragmentos escultóricos femeninos como son el nº 4 que representa una mano sujetando por la cola a una paloma Plomo de “El Cigarralejo”. Tumba 21 o, el nº 3 también de una mano, pero en esta ocasión sostiene un cofre o cajita.

La escritura.

La lengua ibérica es de origen “preindoeuropeo”. Los signos de los alfabetos ibéricos proceden del Mediterráneo oriental, concretamente de los alfabetos fenicio y griego. Pero no habrá un desarrollo de la escritura ibérica como tal hasta el s. IV a. C.

Los íberos adaptarán estos signos a sus valores fonéticos, dando como resultado un alfabeto semisilábico, o sea, un sistema de escritura en el que corresponde un signo a cada vocal y otros a consonantes y sílabas.

La investigación no ha podido resolver los múltiples problemas que impiden el conocimiento de las lenguas que hablaron los íberos, por lo que de momento, no se ha conseguido traducir los textos epigráficos que nos han llegado. Únicamente se ha logrado leerlos, es decir, transcribirlos con caracteres latinos, en base a las monedas bilingües de época romano- republicana.

La escritura ibérica utiliza distintos soportes para su realización, de entre los que destacaremos los vasos de cerámica local e importada, las plaquitas de plomo, la piedra y las monedas.

Normalmente no son auténticos textos sino: nombres propios, marcas de alfareros, signos de propiedad, … Hay también grafitos mercantiles griegos o de algún intermediario, por lo general en el pie de algunos vasos cerámicos de procedencia griega. La marca la realizaría el mercader y, aludiría al precio, identificación del comerciante que se ha ocupado de la cerámica en algún momento del circuito comercial y el número o clases de pie- zas que acompañaron a la que lleva la inscripción.

Los epigrafistas han podido documentar varias escrituras ibéricas localizadas en áreas geográficas concretas:

-Ibérica levantina u oriental. Es la escritura ibérica clásica. Se trata de un semisilabario de 28 signos. Su uso se extendió por toda la franja costera peninsular mediterránea, desde el sudeste hasta el sur de Francia y, hacia el interior, por el valle del Ebro, desde finales del s. V hasta el I a. C.

-Meridional. Se localiza en el valle del Guadalquivir y llega hasta el sudeste peninsular: Albacete, Murcia y Ali- cante. Siglos V-I a. C.

-Grecoibérico. Se trata del alfabeto jónico adaptado a la lengua ibérica, es una escritura alfabética inventada hacia el año 400 a. C. que consta de 16 caracteres. Tras un período de aceptación y difusión por las tierras del sudeste peninsular, Murcia y Alicante no llega a imponerse como sistema de escritura, desapareciendo en el mismo s. IV a. C. El fracaso pudo deberse a la difícil adaptación del lenguaje clásico.

Uno de los ejemplos más significativos de escritura ibérica en alfabeto griego sería “El Plomo del Cigarralejo”. Apareció entre el ajuar funerario de la tumba 21 de tipo femenino, fechado en la segunda mitad del s. IV a. C. En origen debió ser circular, pero por efecto del calor de la hoguera crematoria, se fundió parte del mismo, perdiéndose por lo tanto, esa zona. Debió medir aproximadamente 120 mm. de diámetro por 1 mm. de grosor.

El sentido de la escritura es en parte, bustrófedon,la escritura en la que las líneas se suceden en el mismo orden que el trazado de los surcos de un campo arado, es decir, de derecha a izquierda y de izquierda a derecha alternativamente.

Además del Plomo, hay en el Cigarralejo otras inscripciones de interés, todas hechas en el fondo de cerámicas griegas. Son: tres grafitos que pertenecen a la categoría de las “inscripciones mercantiles” griegas; hay también una inscripción fenicia y, una última de dudosa interpretación.

Sala IX


Esta sala alberga una muestra muy completa de la panoplia ibérica de “El Cigarralejo” es decir, el conjunto del armamento usado por un pueblo o grupo social, el atuendo, complementos de guerrero y de su caballo.



Seguramente existió una élite guerrera al servicio de un jefe o caudillo que dispondría de su séquito. No obstante, los estudios de necrópolis ibéricas, en donde hay una clara asociación en los ajuares funerarios de armamentos, útiles y aperos de trabajo, ponen de manifiesto que la mayoría de los guerreros participaban en las tareas productivas. De ellos se desprende que en determinados momentos, los hombres libres que podían costearse sus armas, se pondrían a las órdenes de los gobernantes y entrarían en batalla. Al finalizar la contienda, los campesinos y arte- sanos volverían a sus trabajos cotidianos.

La panoplia del Cigarralejo es bastante completa y homogénea, como podemos ver en la vitrina de mesa. Distinguimos básicamente dos tipos: armamento ofensivo y defensivo. La principal arma ofensiva y la más difundida es la falcata. Se trata de un sable curvo fabricado con tres láminas de hierro y acero, soldadas a golpe de martillo. Su dimensión total es de setenta y cinco centímetros, de los que, en torno a sesenta corresponden a la hoja. Ésta presenta un característico estrechamiento en su inicio, y forma una curva pronunciada a lo largo de su desarrollo, normalmente con filo en ambas caras, en el último tercio del filo dorsal y, punta afilada. A veces se decora la empuñadura y la hoja con damasquinados de plata. En el combate se empleaba para dar tajos y pinchar como un sable. Llegará a convertirse en un símbolo de prestigio y de status social elevado.

Emplearon varios tipos de lanzas de hierro. Uno típico de la Península es el denominado soliferreum, larga lanza de unos dos metros de longitud fabricado completamente en este metal nº 11. En la lucha, junto a esta lanza arrojadiza, solían llevar otra con el astil de madera y regatón para emplearla en la lucha cuerpo a cuerpo nº 13-14. El regatón es una pequeña punta de hierro que se colocaba en el extremo inferior del astil de madera para evitar despuntar la lanza en los períodos de descanso nº 12.

El principal exponente de las armas defensivas es la caetra o escudo de pequeño formato, no más de 50-60 cm. de diámetro, que se asía con la mano, nº 1.

Los íberos también utilizaron otra serie de armas ofensivas y defensivas a lo largo de su desarrollo cultural, aunque en menor medida. Así por ejemplo contamos con algunos cascos de hierro que debieron llevar penachos de plumas, grebas (espinilleras), puntas de flecha de bronce nº 15 o puñales, discos coraza (pectorales), etc.

Completan la muestra dos balas o glandes de plomo que se utilizarían para lanzarlas con la honda. Fueron encontrados superficialmente en el Poblado perteneciendo seguramente a una fase avanzada del hábitat, siglos III-II a. C. En las excavaciones de la necrópolis no se han recuperado glandes de plomo.

Entre los complementos del jinete, en primer lugar tendríamos el propio caballo. En la vitrina número 20 se encuentran expuestos unos fragmentos correspondientes a esculturas equinas en donde se aprecia con todo lujo de detalles la montura y los adornos de las bridas nº 10-12 y 15. También nos han llegado espuelas fabricadas en bronce o hierro. No conocieron los estribos.

Destaca el vaso de cerámica denominado de “Los guerreros y los músicos” nº 21 por el desfile que aparece representado con estos dos tipos de personajes; así como el casco de hierro nº 19 o las típicas pinzas depilatorias nº 8 presentes en todos los ajuares de guerrero, en esta ocasión con un adorno calado.

En el nicho se expone una pequeña cabeza esculpida en piedra arenisca que representa a un guerrero, en el que destaca la geometrización del peinado y los pendientes amorcillados que penden de las orejas. Cabeza de caballo ricamente enjaezado.

Sala X


La última sala, esta dedicada a la arquitectura funeraria ibérica. Así, los paneles nos muestran la tipología de los encachados tumulares de algunos enterramientos de El Cigarralejo(nº125,343,244 y 138), fechados a lo largo del s.IV a.C.

Así mismo, ciertas tumbas de la primera mitad del s. IV a.C. fueron coronadas con los monumentos denominados tipo "pilar-estela".



Los pedestales de la derecha reproducen estos pilares pétreos sobre el que se colocaba la gola, cuyos motivos decorativos suelen ser variados. Rematando el conjunto, un animal guardián o protector de la tumba, como el león que podemos ver en el pedestal. El material empleado para la elaboración de estos monumentos es la piedra arenisca, lo que supondría la explotación de las canteras, la necesidad de crear un Cabeza de Guerrero ibérico (Sala IX). instrumental adecuado y la formación de un personal especializado, tanto en la talla de la piedra, como en el posterior acabado de estuco y pintura.

En la vitrina de pared podemos admirar un magnifico “soporte calado” de un quema-perfumes, recipiente habitual en recintos sacros como los santuarios y las necrópolis.

Y, alrededor de la dependencia, textos de autores clásicos referentes a las distintas costumbres indígenas sobre la agricultura, alimentación, adornos,etc.

La Sala X, es también el resumen de esta necrópolis y del mundo ibérico en general.

La Sala de exposición temporal


La Sala de exposición temporal recoge exposiciones temporales que hacen del museo "El Cigarralejo" un lugar de difusión de cultura a parte del gran contenido arqueológico que alberga.

Actualmete no cuenta con ninguna exposición.

Algunas exposiciones pasadas:

Trasbordo: Desde el 21/09/2012 al 31/12/2012


Experiencias: Francisco Pastor González; Desde el 13/09/2012 al 31/12/2012

Otros espacios de interés del Museo


El museo cuenta con otros espacios de interés que son de mención como pueden ser:

-Biblioteca: El museo cuenta con una biblioteca con más de 400 volúmenes entre libros y revistas especializadas y de divulgación. La cual recibe donaciones de distintos organismos y entidades como:

De Murcia: Ayuntamiento de Cehegín, Ayuntamiento de Molina de Segura, CEBAS, Comunidad Autónoma de Murcia, Museo Arqueológico Municipal de Jumilla, Museo Arqueológico Municipal de Lorca, Museo Arqueológico Municipal de Yecla, Museo de Siyâsa(Cieza), Museo de Murcia, Patrimonio Siglo XXI, Universidad de Murcia, Caja de Ahorros del Mediterráneo, Museo de Calasparra, Museo Arqueológico Municipal(Cartagena), Museo de la Ciudad de Murcia, Museo Hidráulico de los Molinos del Río(Murcia), Museo Etnológico de la Huerta(Alcantarilla), Museo del Ferrocarril(Águilas), Biblioteca Regional, Casa de la Cultura de Alhama, Museo Arqueológico de la Soledad(Caravaca de la Cruz), Museo de la Vera Cruz(Caravaca de la Cruz), Museo de Arqueología Marítima(Cartagena), Muse de la Ciencia, Museo Ramón Gaya, Museo de Historia Local(San Javier).

Resto del ámbito peninsular: Asociación Arqueológica de la Vall D´Uxo (Valencia), Asociación Española de Amigos de la Arqueología (Madrid), Asociación Española de Museólogos, Ayuntamiento de Ceuta, Ayuntamiento de Palma del Río (Córdoba), Ayuntamiento de Santa Pola (Alicante), Ayuntamiento de Aljaraque (Huelva), Casa Velázquez, Fundación Cultural Banesto, Instituto de Estudios Albacetenses, Ibermail (Madrid), Junta de Extremadura, Ministerio de Cultura, Museo de Alcoy (Alicante), Museo Arqueológico Nacional, Patronato de la Ciudad Histórico-Artística de Mérida, Universidad Autónoma de Madrid, Universidad de Barcelona, Museo de Albacete, Museo del Ferroca-rril (Vilanova i la Geltrú-Barcelona), Museo de Altamira (Santillana del Mar-Cantabria), Museo Arqueológico Regional (Alcalá de Henares), Museo de Almassora (Castellón), Museo de Cáceres, Museo de Castro de Viladonga (Castro del Rey, Lugo), Museo Canario, Museo de Huesca, Museo José María Soler (Villena, Alicante), Casa-Museo Posada del Moro (Torre Campo, Cordoba), Museo de Pecharromán (Pasarón de la Vera, Cáceres), Museo de Cuenca, Diputación de Castellón Ministerio de Cultura.

Restructuración de toda la biblioteca debido al incremento de volúmenes.(2002)

Informatización de la misma.

-Sala de Investigación: Destaca la presencia de los investigadores que han recurrido a la Colección estable del Museo para completar o realizar diversos estudios sobre la cultura ibérica.

Se trata de una vivienda compuesta por dos dormitorios individuales, una sala de estar y un cuarto de baño ubicada en el interior del mismo edificio del museo. Además de disfrutar de unas instalaciones únicas en el interior de una casa palaciega barroca, te brindamos la oportunidad de alojarte lo más cerca posible a las fuentes para tu investigación, así como el acceso directo a la biblioteca del museo. El apartamento está dotado de servicio de limpieza y de menaje completo.

-Jardín del Museo: En él, se alza la reproducción a tamaño natural el encachado de la sepultura nº 138 (empedrado tumular escalonado como los que cubrían algunas tumbas de la necrópolis).



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Fuentes:

"El Cigarralejo"- Museo monográfico de Arte Ibérico- Virginia Page del Pozo.
"El Museo de Arte Ibérico de El Cigarralejo Mula, Murcia - La colección permanente.

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